TRISTE DERECHA POLÍTICA, TRISTE

miércoles, 2 de febrero de 2011

Hoy se ha presentado en Moncloa el Acuerdo Social y Económico firmado por el gobierno, sindicatos y empresarios. Es un gran y buen acuerdo, por más que algunos quieran minimizarlo. Esos que llevan más de dos años sin plantear ni una sola alternativa y se dedican, en exclusiva, a descalificar y pedir elecciones anticipadas.

La relevancia de este acuerdo viene marcada por la importancia de sus contenidos que van desde las pensiones a las políticas de empleo, de la negociación colectiva a la adaptación de la formación profesional a las nuevas necesidades y retos, de la política industrial a la política energética y la de I+D+i. Como prueba, es suficiente señalar que la reforma de las pensiones, que pretende asegurar el futuro de nuestro sistema público, es la más importante y la de mayor calado de la historia de la democracia o que la negociación colectiva va a ser la primera después de 30 años.

La responsabilidad que han demostrado sindicatos y empresarios es una prueba de madurez, de defensa del interés general y de compromiso con España y su futuro.

Desde el inicio de la democracia ha habido muchos acuerdos entre los diferentes gobiernos y los agentes sociales. Todos ellos han tenido una gran importancia y siempre han sido positivamente valorados por los socialistas, estuviéramos o no en el Gobierno. Este tiene un componente muy especial: es el primero que se firma en un período de crisis económica.

Por ello, atendiendo a sus ambiciosos contenidos, a la situación de crisis en la que se produce y por ser un acuerdo para el crecimiento de la economía, la creación de empleo y la garantía futura de las pensiones, no es exagerado manifestar que es el más importante que se firma desde los Pactos de la Moncloa.

El PP en lugar de sumarse a lo que es una muy buena noticia, no para los socialistas sino para España, se han negado a estar presentes en la firma y se han dedicado a descalificar el acto público.

Un acto que, obligatoriamente, tenía que ser oficial y con luces y taquígrafos. Es muy importante la imagen de ver juntos al gobierno y a los representantes de los empleadores y los trabajadores. Es una muestra visible del compromiso de los que pueden tirar por el crecimiento y el empleo.

Lo único que se les ha ocurrido decir es que era una fiesta. Pues no, señores y señoras de la derecha. De fiesta, nada. Fue un acto muy comedido, con discursos rigurosos, responsables y serios.



Fue un acto en que todos los firmantes hablaron de España, de las españolas y de los españoles, de nuestro futuro, de los objetivos que se pretenden alcanzar, del compromiso de todos por buscar salidas a la crisis y llevar adelante las reformas que puedan asegurar un futuro más sostenible.

Fue un acto que, sin duda, genera confianza en la sociedad española y credibilidad internacional.

La gran pregunta es porque no asistió el mayor partido de la oposición, el partido que pretende ser una opción de gobierno.

La respuesta es clara pero, sobre todo, triste: consideran que asistir supondría dar un balón de oxígeno al Gobierno de España y ellos no están dispuestos a eso aunque lo que esté en juego sea el futuro de nuestro país.

No puede ser más triste. No puede ser más desalentador. No puede ser más mezquino. No puede ser más desilusionante.

Un partido que quiere gobernar tiene que saber que hay momentos en la historia de su país que precisa de altura de miras, de compromiso, de apoyo a las medidas y los acuerdos que persiguen dar respuesta a los desafíos de la economía española y del mantenimiento del Estado de Bienestar.

Los sindicatos y empresarios lo han hecho. El PP, no. Sigue en su estrategia de confrontación y de huída hacía adelante buscando la puerta de acceso a la Moncloa. Por ello, no puedo decir otra cosa que: Triste derecha política, triste.